13,99 euros es una novela sobre la insegura sociedad consumista. Frédéric Beigbeder, publicista arrepentido, escribió una frase que no he conseguido olvidar: «La gente feliz no consume». Los psicólogos Dan Gilbert, Elizabeth Dunn y Timothy Wilson no comparten el pesimismo del francés y ofrecen una réplica en el divertidísimo artículo académico If money doesn’t make you happy, then you probably aren’t spending it right. ¿Cómo gastar el dinero para ser feliz? Salieron de allí 8 curiosas recomendaciones.
1. Compra experiencias y no bienes materiales
«Sal fuera y cómprate algo bonito». Ese es el consejo que solemos dar a los amigos que acaban de recibir malas noticias de su jefe, de su médico o de su pronto expareja. Aunque el consejo tiene buenas intenciones, los estudios sugieren que la gente suele ser más feliz cuando se gasta su dinero en experiencias y no en cosas.
Un fin de semana en Roma es mejor que un reloj. Un viaje genera felicidad en tres tiempos. Lo disfrutas antes (preparando la ruta en una cafetería una tarde lluviosa), durante (viviendo la excitante aventura) y después (recordando la negociación con el agresivo comerciante del zoco). Los bienes materiales no funcionan tan bien a estos tres niveles. El Rolex mantiene su valor pero, una vez adquirido, te preocupa el desgaste y la pérdida y sufres en tu imaginación que entren ladrones y se lo queden. En otros objetos, añádele los elevados impuestos y los costes de reparación. Un buen recuerdo, por el momento, no cotiza a Hacienda. Y nunca nadie podrá arrebatártelo.
¿Qué hace que gastar en experiencias sea mejor que gastar en cosas? Una razón es que nos adaptamos más rápido a los bienes materiales. Después de pasarse días escogiendo el suelo de madera perfecto para instalar en su casa, los compradores descubren que el amado parquet de cerezo brasileño se convierte en poco más que el suelo desapercibido que pisan a diario. Por el contrario, el recuerdo de un bebé guepardo en el amanecer de un safari africano sigue generando un enorme placer.
En término talebianos, diremos que el parquet de cerezo brasileño tiene alto downside y bajo upside. En español, significa que genera pocas alegrías y muchas preocupaciones. El punto álgido fue el día de la compra. Una vez instalado, la inquietud es por un descuido rallarlo. Los estoicos se desprendieron de las posesiones para mantener el control. Los bienes materiales siguen una función cóncava, en su inexorable depreciación. Las experiencias siguen una función convexa, los recuerdos se revalorizan con el tiempo. Revisitamos las experiencias porque están conectadas con nuestra identidad, incluso la definieron. Ese reloj caro, a pesar de lo que prometía el anuncio, nada dice sobre la persona que eres. El Erasmus, en cambio, sí forjó tu carácter y ese es tu refugio en los días de tormenta. «You never actually own a Patek Philippe». Magnífico slogan dirigido a los millonarios que necesitan validarse en el gasto. ¿No te da vergüenza educar a tu hijo mediterráneo en los valores corporativos de una multinacional protestante? El último argumento favorable es que las experiencias suelen disfrutarse en compañía de amigos. No necesitas ser psicólogo para identificar que la felicidad es mayor rodeado de la gente a la que quieres. La frontera entre experiencias y bienes es difusa (un coche es un bien que genera en sí mismo una experiencia) y los autores del estudio cierran esta primera parte con un brillante consejo: si la felicidad material dura poco, conviértela en experiencia.
Es posible reducir la angustiosa propensión a las comparaciones pensando en nuestras compras materiales en términos de experiencias. Si observamos un coche, no como algo que tenemos, sino como algo que amplía lo que podemos hacer, entonces descubrir que salió un modelo más brillante es menos frustrante.
2. Ayuda a los demás
Los humanos son el animal más social de este planeta. Solo tres animales (las termitas, las hormigas y las ratas) construyen redes tan complejas como la nuestra, y somos los únicos con compromisos entre individuos no relacionados genéticamente. Muchos científicos creen que la ‘hipersociabilidad’ es lo que hizo que el cerebro humano se multiplicara de tamaño en los últimos dos millones de años. Dado lo profundamente sociales que somos, no es de extrañar que la calidad de nuestras relaciones prediga de forma muy precisa nuestro grado de felicidad.
Gilbert y compañía recomiendan que, si quieres ser feliz, compartas tus riquezas con conocidos y desconocidos. Yo ese consejo lo veo temerario. Dicen que controlan por ingresos pero eso no basta. Siempre hay factores escondidos. No descartemos un escenario de causalidad inversa. Eso de que casarte no te hace necesariamente feliz sino que la gente feliz es más probable que se case. Los científicos sociales, sin estudios de econometría, olvidan las variables ocultas que contaminan el resultado. Te animo a ser generoso pero te diría que no lo fuerces. La donación es la consecuencia, no la causa. Eres buena persona y por eso ofreces sin esperar nada. Primero el cambio de mentalidad. Luego el cambio de comportamiento. Nunca inviertas el proceso.
3. Compra pequeños placeres
La función asimétrica del valor de Kahneman y Tversky. La utilidad marginal decreciente en las alegrías y en las penas, en los ingresos y en los gastos. Mejor comprarte cada mes pequeños caprichos que concentrarlo todo en un gran regalo.
Es menos probable que nos adaptemos a los placeres pequeños y frecuentes y es por ello que estos reportan mayor felicidad que los grandes e infrecuentes. Cuanto más fácil resulta explicar y entender un evento más rápido nos adaptamos a él y cualquier variable que haga ese evento difícil de explicar y entender pospone la inevitable adaptación. La lista de variables incluye la novedad (no haber experimentado el evento antes), la sorpresa (no esperar que ese evento sucediera), la incertidumbre (no estar seguro de qué es o qué significa el evento) y la mutabilidad (el evento no es constante en el tiempo). Cada una de estas variables hace la experiencia difícil de analizar y eso hace que le prestemos una mayor atención y que nos adaptemos más lentamente. Es probable que los pequeños placeres, no los grandes, satisfagan esas condiciones más a menudo. Salir a tomar algo con los amigos nunca es exactamente la misma experiencia. Esta semana el bar servía una cerveza de barril de Oregon y Sam trajo a su amiga Kate, quien contó una divertida historia sobre los perros salchicha. Si compramos una lujosa mesa para el comedor, por otro lado, es más o menos la misma mesa hoy que la semana pasada. Los pequeños placeres son siempre distintos y eso hace que reviertas el reajuste.
Adaptación hedónica. No puedes eludirla pero sí posponerla. Siendo imprevisibilidad un factor correlacionado con satisfacción, es correcta la intuición que la monotonía te hace miserable. Es todo, como siempre, una cuestión de expectativas. El dinero promete el acceso al lujo, lo que condiciona (¡sabotea!) la experiencia previamente satisfactoria en pequeñas cosas. Epicuro decía que no quería probar la langosta ya que él era feliz con una cena de pan, queso y vino. El reto no es tanto la elección sino la aceptación. La vida sencilla y austera de la princesa Kaguya, en armonía con la comunidad y la naturaleza, puede dar mayores alegrías que el frenesí descontrolado de la ciudad, en el que siempre buscas más y el el que nunca nada es suficiente.
4. Contrata menos garantías
Los estudios sobre los traumas concluyen que los humanos no somos las criaturas emocionalmente frágiles que imaginamos ser. De la misma forma que el ‘sistema inmunitario físico’ protege de la enfermedad, el ‘sistema inmunitario psicológico’ protege del malestar emocional mediante la reconstrucción y la racionalización. Las personas desconocen su enorme capacidad de reacción psicológica y, como resultado, sobrestiman su vulnerabilidad a eventos negativos. Las empresas lo monetizan ofreciendo múltiples seguros frente a la infelicidad, que van desde garantías extendidas hasta ‘generosas’ políticas de devolución, con un premium que en ocasiones alcanza el 50% del precio original. La extensión de garantía genera beneficios para el vendedor pero se considera una mala apuesta para el comprador.
Me preguntaron en la tienda de Game si quería asegurar por un euro el videojuego. No es una política honesta, que busque lo mejor para sus clientes. No siempre la elección es tan clara. El verano pasado no me gustó la tarifa de Hertz y decidí no cubrir rasguños. ¿La consecuencia? Sufrí ligera intranquilidad en las estrechas carreteras amalfitanas. Ex post es evidente, aunque el precio era alto debía haber contratado. No existen precios abusivos. Todo depende del contexto en el que operamos. Estadística y emoción nunca son combinación fácil. El primer instinto es el de protegerte. Los consumidores incorporan el arrepentimiento anticipado en su análisis y por eso escogen la tienda del centro antes que el retailer birmano. Algunos jóvenes se pasan de listos y a veces sale rana. ¿Puedes permitirte la pérdida? Piénsalo detenidamente. La teoría económica estipula que solo deberías asegurar aquello que no puedes perder. Señal que no llegas si no puedes recomprar el objeto, estás viviendo por encima de tus posibilidades. Acepta la garantía por defecto pero no pagues por alargarla. Puedes gestionar tú mismo esa incertidumbre cuando tienes en positivo la cuenta del banco.
5. Paga ahora y consume después
«Pagando se es feliz». Josep Pla en El quadern gris. Dan Ariely confirma la intuición estudiando métodos de pago en un restaurante. La peor modalidad, a nivel psicológico, son los micropagos, allí sufres en cada bocado. Lo mejor es pagar en la entrada del buffet y olvidarte. El carpe diem financiero es malo para la satisfacción vital y yo me pregunto por qué muchos eligen la opción de consumir primero y pagar luego. Los bancos esconden el coste de oportunidad cuando te dicen que puedes financiarlo a plazos. Los tipos de interés al 0 destruyen la sociedad, en la nefasta política cortoplacista del dinero barato. Merece la pena realizar el esfuerzo y es que el recuerdo de subir una montaña puedes ser mejor que la propia experiencia. Esfuérzate y actúa pensando en largo plazo. De eso hablo con el profesor Bastos, el siguiente invitado. Él recomienda el crédito en bienes de inversión, nunca en bienes de consumo. ¿Cómo puedes disfrutar de un banquete que debes abonar a lo largo de los próximos años? Disminuye la felicidad presente y, más importante, compromete tu libertad futura.
La extensa literatura sobre la gratificación aplazada y la tasa de descuento temporal muestra que un individuo impaciente disfruta de un menor bienestar global. Existe una segunda razón por la que el ‘consume ahora y paga después’ es una mala filosofía de vida y es que esta elimina la anticipación y la anticipación es fuente de alegría. La persona que compra una galleta y se la come de inmediato puede obtener X unidades de placer, pero esa persona que se guarde la galleta para más tarde obtendrá las mismas X unidades en el futuro, además del placer adicional en la espera presente. Los experimentos muestran que los humanos obtenemos un placer sustancial en la anticipación del evento, incluso cuando ese evento resulta no ser finalmente como esperábamos. A veces percibimos unas vacaciones más positivamente antes de la experiencia que durante la experiencia en sí, lo que sugiere que la anticipación puede proporcionar un placer mayor que el propio consumo, no estando esta manchada por la realidad. No es sorprendente entonces que aquellos que dedican tiempo a anticipar experiencias reporten ser más felices.
Nuestro yo futuro es mejor persona que nuestro yo presente. Es bueno delegar en él parte de las decisiones. El yo futuro sigue los dictados del Sistema 2 y el yo presente es esclavo del Sistema 1. La inconsistencia temporal, entre los dos sistemas, complica la decisión. Si el consumo es inmediato, la preferencia es hacia el snack calórico. Si el consumo es dentro de unas semanas, es probable que elijamos la comida sana. Ocurre lo mismo con la gestión del capital. Save more tomorrow es un programa de economía conductual que anticipa la tentación y ahorra con el dinero de una futura promoción. El compromiso, por eso funciona, lo adquieres ahora, cuando todavía no te han ascendido. Todo depende de la tasa de descuento. La del futbolista George Best, por ejemplo, era extremadamente alta. «Gasté en coches, mujeres y alcohol. El resto lo malgasté». Murió a los 59 años. Yo no me atrevería a decir que actuara de forma irracional. Ni por supuesto que viviera una vida pequeña. Esas fueron sus preferencias.
¿Reconoce la gente los beneficios emocionales de retrasar el consumo placentero? ¿Por qué el comportamiento del consumidor refleja con frecuencia un impulso de consumo inmediato? Si bien el futuro es más persuasivo que el pasado, nada es tan poderoso como el presente. En un experimento en el que se ofrecía una recompensa, los participantes afirmaron que experimentarían un mayor placer si el premio se les entregaba hoy y no dentro de tres meses. Si los sentimientos futuros fueran realmente menos intensos que los sentimientos presentes, entonces uno podría maximizar los beneficios consumiendo en el presente (cuando el placer es mayor) y pagando en el futuro (cuando la molestia es menor). Por supuesto, los sentimientos futuros no son menos intensos y la anhedonia (significa, la incapacidad de sentir placer) es un error de cálculo que lleva al consumo excesivo en el momento actual, perdiéndote así el placer de la anticipación. Cuando seleccionamos bienes para el consumo presente nos sentimos tentados por vicios como la comida basura y el entretenimiento vulgar, que producen un placer inmediato pero carecen de beneficios en el largo plazo. O generan un coste en la salud. El retraso consciente del consumo promueve las virtudes que producen un bienestar duradero.
6. Piensa en lo que no estás pensando
No todas las compras reportan la felicidad en los dominios que habías imaginado. Para lo bueno y para lo malo.
Los canadienses sueñan con poseer una cabaña junto al lago. Las características que destacan como esenciales para la soñada cabaña incluyen la paz y la tranquilidad, la posibilidad de pescar y las vistas del atardecer. Esos son los imprescindibles de una vivienda vacacional, y lógicamente son las características en las que inicialmente piensan cuando se imaginan ser propietarios. Pero, con una perspectiva más amplia, hay aspectos menos esenciales en la propiedad de un inmueble que probablemente influyan en la felicidad, desde una inesperada invasión de mosquitos hasta la llamada nocturna de los bomberos por una fuga de agua, pasando por los largos viajes de regreso a la ciudad después de un fin de semana con niños rascándose las picaduras de mosquito. Proyectados a la suave luz de la imaginación, estos detalles desagradables e inesenciales desaparecen naturalmente de la vista, lo que potencialmente sesga las predicciones de los consumidores sobre el grado de felicidad que proporciona cualquier compra.
Las expectativas pueden jugarte una mala pasada. El humano es un animal que desea lo que no tiene. Quien vive en Utah cree que será feliz en California. Quien vive en California quiere jubilarse en Florida. Quien vive en Florida sueña con la tranquilidad de Utah. Todos los sitios presentan ventajas y desventajas, pero las situaciones son similares. Tus simpáticos vecinos mormones de Salt Lake City te preparan una tarta de manzana cuando llegas al vecindario. Los mismos vecinos fisgones se escandalizan con tus fiestas sexuales con prostitutas tailandesas. No es tanto el entorno sino las cosas que ocurren en tu día a día. El argumento antes construido en contra de la monotonía.
En un día cualquiera, la satisfacción viene determinada por eventos concretos (la presión puntual en el trabajo o una cena con amigos) que por circunstancias estructurales (la seguridad laboral o la vida de casado). Con el tiempo, la angustia psicológica se predice mejor en las molestias y los altibajos diarios que por los eventos importantes. Por lo tanto, a la hora de pensar cómo gastar el dinero vale la pena considerar cómo las compras afectan el uso y la percepción del tiempo. Considere la elección entre una segunda residencia pequeña y en perfecto estado y una casa más grande pero todavía pendiente de reformar. Ambas presentan un precio similar. La grande parece a simple vista una mejor oferta (¡incluso una oportunidad!) pero si las obras exigen renunciar a tardes de sábado con amigos por tardes de sábado con fontaneros puede que no sea tan buena opción. Después de adquirir una vivienda, la felicidad depende no únicamente de los efectos derivados de la propiedad sino también de circunstancias cotidianas, como un delicioso pastel de cumpleaños o una tostada quemada. Los detalles ‘irrelevantes’ de la vida diaria se oscurecen cuando enfocamos el telescopio mental hacia un evento futuro importante y con frecuencia sobreestimamos el impacto emocional de ese evento.
Todo aquello que amas, tarde o temprano, termina cansándote; todo aquello que odias encuentra nuevas formas de disgustarte. Te hartas de lo bueno y te quedas atrapado en lo malo y solo la vía negativa, en la renuncia consciente, te permite escapar de la eterna espiral de ardor y delirio. Es un viaje sin rumbo ni propósito, siempre en compañía del silencio, en el afortunadamente breve camino de muerte y sufrimiento. La vía negativa tranquiliza el espíritu insaciable, silencia el demonio que llevas dentro, es el pilar del bienestar emocional, es la única sensata estrategia. El principio fundacional es que la insatisfacción que suprimes es mayor que la satisfacción que añades, es más efectivo quitar que agregar, el dinero que ahorras es más útil que el dinero que gastas. Gilbert y su colega Killingsworth preguntaron a los estadounidenses las actividades mejor y peor valoradas en su jornada. No hubo sorpresas. A la gente no le gusta trabajar, desplazarse hacia el trabajo y realizar labores domésticas. A la gente le gusta hacer deporte, charlar con amigos y hacer el amor. Lo que no entiendo es la mala valoración del descanso, dolce far niente, una de mis actividades favoritas. No saben los americanos estarse quietos, en su horrible sociedad ultraproductiva. El mejor uso del dinero es liberar la agenda y delegar tareas antipáticas. El dinero te permite hacer más cosas que te gustan y menos cosas que no te gustan. La vida es fácil cuando simplificas las cosas. La vía negativa, dar más importancia a lo que dejas de hacer que a lo que queda por hacer, es tu última salida.
7. Vigila con las comparaciones
Como en Hogwarts con el sobrero mágico, los freshmen de Harvard son asignados a una de las doce residencias del campus de Cambridge. Es una decisión importante, que condiciona su experiencia universitaria. Que funcione por sorteo, en una distribución aleatoria, fija las condiciones perfectas para un experimento natural.
Al final de su primer año, los estudiantes de Harvard son asignados al azar a una de las doce casas. Cada casa cuenta con un comedor y una zona recreativa y gran parte de la vida universitaria gira en torno a ella. Algunas de las casas están ubicadas cerca del campus y tienen hermosa arquitectura y hermosas habitaciones, mientras que otras están ubicadas lejos del campus y se construyeron en épocas menos agraciadas en el diseño arquitectónico. Si bien existen notables diferencias en los estilos constructivos, todas las casas ofrecen a sus residentes un sentido de comunidad, así como la oportunidad de convivir con amigos. Cuando se les preguntó al inicio del curso, los estudiantes de primer año respondieron acertadamente que las características físicas de la casa (ubicación o tamaño de la habitación) serían menos importantes para su felicidad que las características sociales (sentido de pertenencia o relaciones humanas). No era esa mala intuición. Al final del curso, instalados en su nueva residencia, su felicidad venía determinada por la calidad de sus relaciones más que por la arquitectura del sitio. Pero el día en el que entraron en la lotería y se les pidió que estimaran la felicidad, su atención se centró en las características físicas del sitio y pasaron por alto los factores sociales.
Nos fijamos en atributos hedónicos y la superficialidad raramente conduce a una felicidad duradera. La primera mirada se dirige al bonito frontal del BMW, no prestando atención a los elevados gastos de mantenimiento. ¿Eres consciente que dentro del coche no podrás verle el trasero? El KIA es más fiable (¡Nadal promete 7 años de garantía!) y no tendrás que pedir un crédito cuando se estropee una pieza. Manténte alejado del ejecutivo acomplejado compitiendo por estatus en un juego de suma cero. El drama de elegir por comparación es que la métrica te la impone un tercero. La sabiduría de Nassim Nicholas Taleb, filósofo clásico del mundo moderno: «Vives una vida de verdad si y solo si no compites con nadie en ninguna de tus metas».
8. La sabiduría de las masas
En ausencia de burbujas, las creencias colectivas autoreforzadas, suelen darse buenas estimaciones en el agregado. Si preguntamos cuántos chicles hay dentro de la máquina, un grupo de 100 niños dará en la media con el número exacto. Es fascinante. Podemos aprovechar esa inteligencia colectiva en la toma de decisiones personales. IMDb, el índice de películas, predice de forma bastante precisa si te gustará o no la nueva de Top Gun. El consejo vital de La Rochefoucauld: «Antes de comprometerte con algo, miremos cuánto de felices son quienes ya lo poseen». A pesar del teatro de Instagram, la felicidad no es falsificable en el cara a cara. Es fácil inferir, charlando un breve rato con alguien, si esa persona que tanto presume de éxito corporativo vive en paz con sus elecciones, si esa persona que comparte mil fotografías es en realidad el mayor desgraciado. Algunas señales son confusas. Me gustaría iniciar una familia pero observo con atención a los casados con hijos y no termino yo de tenerlo claro.
Los estudios sugieren que la mejor forma de predecir cuánto disfrutaremos una experiencia es observar cuánto la disfrutan los demás.
La única conclusión es que nadie sabe nada. Ni tan siquiera los insiders. Si tienes que acordarte de una sola idea del post quédate con la vía negativa. Es un modelo potente y los mayores errores se producen por no interpretarlo debidamente. Antes hablábamos de Josep Pla. Aquí otra frase de El quadern gris: «Ser rico e independiente es, de todas formas, muy difícil. Para llegar a tener algo en este mundo uno debe pasar por muchas, largas, desagradables dependencias. Pero, en fin, es concebible. Lo que es literalmente inconcebible es ser pobre e independiente». Los ganadores de la lotería siguen siendo miserables. Se gastan el premio en gilipolleces en lugar de ahorrar y preservar su libertad de movimientos. El dinero, si no sabes gestionarlo, añade compromisos farragosos, empeora tu situación porque refuerza quién de verdad eres. La urraca es más urraca ahora que tiene pasta. Trabaja, antes de ser rico, tu educación financiera.
Algunos dicen que las cosas que nos hacen felices no están en venta. Es una intuición idílica, popular y errónea. El dinero nos permite vivir una vida más larga y sana, minimizar preocupaciones y peligros y disponer de tiempo libre que gastar en compañía de familiares y amigos. El dinero es una oportunidad para la felicidad, pero es una oportunidad que la mayoría desaprovecha.
Joan Tubau — Kapital
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