El mercado bajista
El mejor plan financiero es el que te permite dormir por las noches. Si no duermes significa que te pasaste de riesgo. Independientemente del resultado que obtengas. Schopenhauer escribió hace dos siglos que «la mayor necedad consiste en sacrificar salud por dinero» y los humanos siguen cayendo en la trampa. La única protección, frente las tentaciones cortoplacistas, pasa por escribir un plan financiero. Te dará una dirección y, más importante, un motivo para hacerlo. Si no entiendes el propósito detrás del ahorro a la mínima turbulencia cuestionarás la estrategia. En este sistema materialista te despistas un segundo y te despiertas con el último iPhone. Tienes que darte una razón espiritual para mantenerte alejado del consumismo. Repite conmigo: el ahorro presente compra libertad futura. Tu vida cambia el día que interiorizas esta máxima. Ya no es preciso incentivarte con estúpidas huchas en la app del banco. Ni con un complejo Excel en el que anotar movimientos. Mi propuesta es más simple. El cambio de chip, no el control externo, hará que tu patrimonio crezca de forma mágica. Hablo con la autoridad del converso. Yo, que busqué la felicidad en el gasto, he desarrollado una repulsa al dispendio en pretenciosos restaurantes, sintiendo el placer genuino en cada euro que se queda en la cuenta del banco. Lo pinten de verde, rojo o morado. Un plan te permite invertir con criterio. Todos podemos ganar puntualmente al mercado pero solo persevera quien define unos principios, dispuesto a morir por ellos. Quiero que estés preparado cuando llegue la tormenta. Se presenta un curso complicado y leyendo este blog identificarás las imperfectas soluciones disponibles.
¿Cuáles son las opciones en un mercado bajista? El mejor activo en recesión es el efectivo. Es contraintuitivo. Especialmente en períodos de inflación. A nadie le gusta dejar el dinero en el banco con los precios subiendo un 10% pero la alternativa es meterlo en bolsa y perder un 20%. La inflación plantea una peligrosa y tramposa disyuntiva. Intentando cubrirte incurres en un riesgo no deseado. El sesgo por anclaje, con el punto de referencia en el IPC, cambia la cartera que asignarías en un entorno no inflacionario. Yo doy por perdido ese dinero (¡es un impuesto del que nadie escapa!) y tomo la decisión con la que estoy más cómodo. Suban los precios un 2% o un 20%. ¿Dónde invertir entonces? Eso depende de si están o no los activos caros. El Índice Buffett compara la capitalización bursátil con el PIB de la economía. Que esté en máximos históricos indica una euforia descontrolada. No solo en las acciones sino también en los bonos y el inmobiliario. No quiero prestar a gobiernos sobrendeudados ni comprar un piso en un país sin agricultores ni fábricas. Sin tampoco bebés, no podemos pagarlos con los salarios estancados. No encuentro protección en esos tres activos cuando todas sus expectativas son infundadas. El dinero en la cuenta era el movimiento ganador. En los números de 2022 uno percibe menor poder adquisitivo pero la pérdida se gestó antes, durante la burbuja monetaria de la última década. Ahora solo llega el ajuste. Me gustaría invertir en renta variable pero, exceptuando una pequeña aportación a Indexa (-8%), llevo dos años sin comprar nada. Mantengo una cartera atípica con oro (-16%), plata (-6%), bitcoin (+208%), Ethereum (+605%) y petróleo (+289%). Y el líquido que va entrando. Mi intención es acumular balas esperando el día del crash. Podría estar equivocado. Kapital es un diario en el que queda todo registrado.
Minimizar pérdidas
«El mercado siempre sube en el largo plazo». Antes deberíamos definir largo plazo. Mi horizonte temporal es finito, con una esperanza de vida de 80 años. Kiyosaki ignora el criterio de Kelly con su all in al inmobiliario porque si mañana lo pierde todo puede que no consiga recuperarse. Los talibanes de Bogle cuestionan mi asignación defensiva en activos reales. Yo sigo creyendo en la indexación pero no me gusta lo que veo en esta economía anfetaminada. Cae un 10% y los tuiteros contentos porque «se van de rebajas». El problema del buy the dip es que te quedas sin pasta y sigue bajando. Cuéntaselo a los de $BABA. Munger entró fuerte pero, no disrespect, ese hombre cumplirá pronto cien años. Déjame simplemente decirte que no todas las caídas son una oportunidad de compra. Los inversores más jóvenes no contemplan tan siquiera la posibilidad de palmar. Los rebotes de 2008 y 2020 les convencieron que un mercado bajista no dura más de 6 meses. La guerra y la pandemia, con los posteriores estímulos, son buenas noticias para la loca cartera keynesiana. 14 años sin tipos de interés, sin descuento temporal en las decisiones de consumo. 14 años con empresas que nunca generaron flujo de caja. 14 años sin ahorro. 14 años de carpe diem. 14 años de burbuja inmobiliaria. La inflación, por suerte, pone fin a los excesos del funesto experimento monetario. Concluye la fiesta del dinero barato y los yonquis del crédito y el déficit quemarán las calles. Mi única duda es si merece la pena anticipar el momento en el que todo estalle. Antonio Rico, Rafa Ortega y Manel Berga me echarán la bronca cuando regresen al podcast. Lo siento amigos pero yo haré market timing.
Existe una segunda razón para operar con cautela en este entorno hostil. Las pérdidas, cuentan Kahneman y Tversky, generan siempre un mayor impacto psicológico que las ganancias. Coincide Andre Agassi en su brutal biografía.
Se supone que debo ser una persona distinta ahora que he ganado un torneo de Grand Slam. Todo el mundo me lo dice. Lo de La imagen lo es todo ha pasado a la historia. Ahora los comentaristas deportivos aseguran que, para Andre Agassi, ganar lo es todo. Tras dos años llamándome estafa, diciendo que no soporto la presión, que soy un rebelde sin causa, ahora me colocan en un pedestal. Declaran que soy un ganador, un jugador sólido, uno de los grandes. Dicen que mi victoria en Wimbledon los obliga a evaluarme de nuevo, a reconsiderar quién soy en realidad. Pero yo no siento que Wimbledon me haya cambiado. De hecho, me siento como si me hubieran hecho partícipe de un secreto sórdido: ganar no cambia nada. Ahora que he ganado un Grand Slam, sé algo que se permite saber a pocas personas en este mundo: las victorias no nos hacen sentir tan bien como mal nos hacen sentir las derrotas, y las buenas sensaciones no duran tanto como las malas. Not even close.
Connors, rival de Agassi, «odiaba perder más de lo que le gustaba ganar». Todos, en mayor o menor grado, hemos desarrollado aversión al fracaso. Comportamiento explicado por la psicología evolutiva: en la Edad de Piedra no querías incertidumbre, no podías permitirte una mala racha. Hoy tu supervivencia está garantizada pero mantienes ese instinto en tu configuración. La mayoría firma el empate. En la vida y en el trabajo. Les gustaría ganar pero temen mucho más el fracaso. La cartera está también condicionada. Que prometa un mayor retorno no es suficiente si la volatilidad es alta. Aunque ganes al final, no merece la pena el sufrimiento del viaje. Crees estar preparado pero ignoras cómo reaccionarás con una caída del 50%. Aunque el mayor problema no es la gestión emocional, es la convivencia con los humanos. Ellos introducen la sutil presión que termina amainándote. Thoreau vivía en una cabaña en medio del bosque pero tú tienes de vecino a tu cuñado. ¿A ver cómo le explico a mi mujer que los ahorros de la universidad estarían mejor con Vitalik? Terminas metiéndolos a un plazo fijo para que el niño estudie periodismo y comparta piso hasta los 55 años. La gente es conservadora en el escenario equivocado. La sociedad y la familia son los fascinantes mecanismos que hemos inventado para silenciar la voz del discrepante. A pesar de todo lo escrito, a pesar de la ergodicidad, yo me la jugaré cuando llegue el momento. Protejo mi posición para ir con todo y contra todos cuando intuya la oportunidad. «Los hombres de un entendimiento superior se entregan voluntariamente a los azares de la suerte». ¿Puedes dormir tranquilo con mil voces cuestionando la solitaria decisión? Ese, amigo, es el eterno dilema del inversor. La poesía de Kipling, del hombre que solo teme la ira de Dios, me acompaña en el viaje.
Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
Joan Tubau — Kapital
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