Los millennials estamos jodidos.
Los boomers nos la jugaron.
#1 Vivienda
El post del ladrillo lo petó porque la situación es dramática. Todo eran risas hasta que nos dimos cuenta que necesitábamos una casa. Los boomers controlan el mercado desde sus áticos y los millennials en los zulos esperamos. Los cabrones no venden porque están cubiertos con una prejubilación de 14 pagas. El precio bajará el día que no estén pero yo no puedo empezar mi familia a los 50 años. Nos dicen que menos quejas porque tenemos vuelos baratos y series ilimitadas, pero de nada sirve Netflix a 9 euros sin un techo donde mirarlo. El progreso tecnológico es mera distracción, soma para que no ardan las calles. «Are ya winning, son?» Nosotros pensando si fraccionar la entrada del festival, a la edad en la que ellos buscaban el tercer hijo y la segunda casa. Han construido su patrimonio en el ladrillo y ahora bloquean nuevas promociones para revalorizarlo. Gordon Gekko estaría orgulloso, avaricia disfrazada de consciencia climática. Tenemos las ciudades más densas de Europa, llenas de horribles pisos, por una ley del suelo innecesariamente restrictiva. En un país vacío, vivimos apelotonados como ratas. Aunque hay quien lo verá eficiente, yo solo veo incompetencia. Un transporte público fiable destensaría los precios pero los presupuestos siguen apostando por una movilidad en vehículo privado. Si todo esto no fuera suficiente, los banqueros centrales doparon el mercado con su crédito barato y los políticos se cargaron el alquiler poniendo en duda todos los contratos. La situación es insostenible. El salario medio son 1.500 y la vivienda no baja de 1.000. La única diferencia entre un esclavo y un asalariado es que el esclavo quedaba libre si hacía un buen trabajo.
#2 Pensiones
De los 197 países reconocidos por las Naciones Unidas, solo en uno el salario medio es inferior a la pensión media. Ese país es España. El déficit sigue creciendo y ningún partido moverá un dedo para frenarlo. Los boomers son mayoría en este sistema que algunos llaman democracia. Conde-Ruiz les pedía moderación pero la palabra responsabilidad no está en su diccionario. Hundirán el barco antes de renunciar a una sola paga. Me los encuentro en bicicleta cuando regreso del trabajo. Nosotros ahogados con la cotización para que ellos se compren la última Canyon. La transferencia de rentas es inmoral. No encuentro otra palabra. El argumento del «yo lo he cotizado» se desmonta en el 98% de los casos. Los mismos retrasados que piden trato favorable en el hospital porque «ya lo pagaron». Con tu contribución no llega ni para limpiar el quirófano. Yo estoy a favor de lo público pero dejaría fuera a los engreídos que nunca dan las gracias. El que siempre gana es el estado. Y los boomers son sus mercenarios. Yo tengo claro adónde va mi dinero si mañana pelean obreros socialistas contra imberbes liberales. Tito Álvarez revienta a Rallo. «You have been PSOED». Los puños ganan a las palabras. Puedo entender que con violencia defiendan lo suyo pero me flipan los millennials que se unen a la causa, trabajando con la única ilusión de jubilarse. Quieren una vida que ya no está en el catálogo, opositando de cartero o liderando el sindicato, pero a los funcionarios les espera un tijeretazo y la fábrica se la llevaron al sudeste asiático. Las pensiones son insostenibles y se realizará el ajuste subiéndolas por debajo de la inflación. Nos salva que nadie sabe matemáticas.
#3 Mercado laboral
Hagan lo que hagan, los boomers nos la tienen jugada. Si trabajan, saturan el mercado. Si se jubilan, lo hunden. El drama de la economía española son los míseros salarios de entrada. La masa universitaria presenta dudoso valor pero los mejores deberían ser recompensados. Las empresas, escasas de visión, aprovechan el exceso de oferta para pagar a todos 24. Es una política nefasta, generada por la incapacidad de las charos de filtrar talento en Recursos Humanos. Prefieren organizar team buildings para sumar visualizaciones al Stories corporativo. Tu trabajo no es cohesionar equipos, es fichar a perfiles diferenciales. Muy fan de las charlas de conciliación en las consultoras sin registro horario. «Si no vienes el sábado, no regreses el domingo». No hay plan de desarrollo pero tienes un tobogán en el lobby. Aunque duermas debajo de un puente, recuerda escribir en tu gratitude journal. El bonus nos lo fundimos trayendo a Küppers. Los buenos, con este panorama de gincanas woke y psicólogos del chichinabo, se suben al primer avión a Gatwick. El empleo público no presenta mejores perspectivas. El estado nada puede garantizarte. Algunos creen en la falsa estabilidad del funcionariado, pero el ajuste llegará por sorpresa, cuando Alemania diga basta. Los que leímos El cisne negro conocemos la historia del pavo. No todo son malas noticias. El mercado tecnológico y globalizado ofrece oportunidades que tus padres ni soñaron. Puedes competir por libre o puedes largarte a un país civilizado, pero primero tienes que encontrar tu ventaja. No puedes ganar si no sabes a lo que estás jugando. El éxito de toda carrera pasa por abandonar bien y rápido. La mayoría persiste y por eso fracasan. El loco de Revolutionary road comprendía la jugada. Los locos y los niños no se engañan con sus preferencias, solo los adultos tienen la extraña habilidad de aprender a querer lo que nunca desearon. Aunque solo funcione unas pocas semanas.
#4 Natalidad
La tasa de natalidad muestra el grado de optimismo de un país. Nuestros abuelos tuvieron niños porque, a pesar de ganar poco, intuían que la cosa iba para arriba. Nosotros no los tenemos porque, a pesar de ganar más, vemos que todo está de capa caída. Es una profecía autocumplida: no procreamos porque el futuro pinta negro y la economía se hunde porque apenas llegan niños. Los políticos podrían romper el círculo pero cancelaron todo gasto pronatalista. La economía es la gestión de recursos escasos y las pensiones van antes que las guarderías. Los millennials, que somos racionales, decidimos entonces vivir la vida. Sin techo ni trabajo, ¿dónde quieres que meta al crío? Los boomers nos acusan de irresponsables por gastar en ocio la calderilla. «No te dan la hipoteca porque te pasas el día mirando series». He hecho los números: si recorto mil años en Netflix, podré por fin pagarme el piso. Nos robaron el futuro y se sorprenden que salgamos nihilistas. Nunca antes una sociedad eligió el suicidio. Ni en los peores años de la peste negra, cuando la vida era miserable, la gente dejó de fornicar. La biología ha sido siempre optimista y en la misa del domingo te daban el empujoncito. Hoy la regla cultural te dice que los bebés contaminan. Del drama de la educación hablamos otro día. Delegaste la formación de la niña a una señora que se toma en serio a Yolanda Díaz. Yo he visto el futuro y es terrorífico: tus hijos aparcados en la escuela, tus padres encerrados en la residencia y a trabajar 60 horas lo llaman empoderamiento. El concepto de realización profesional ha sido una genialidad de las élites. Se dieron cuenta que, si en lugar de trabajo hablaban de carrera, los empleados se pelearían por las horas extras, buscando un sentido en la absurda competición. El imbécil que llegue el primero contará feliz en LinkedIn que el amo le dejó roer un hueso. Yo solo quiero criar siete niños lejos de la sociedad. Todo lo demás son cuentos.
#5 Deuda pública
Yo no creía en la lucha de clases hasta que me enseñaron la partida presupuestaria. En el siglo XIX, la lucha era entre obreros y empresarios. En el siglo XXI, la lucha es entre trabajadores y jubilados. Te hablan de meritocracia y te dicen que te levantes de la cama, pero este juego está trucado. Es todo más simple: gana quien tiene el capital, palma quien recibe un salario. Hace décadas podías ganarte un futuro con el sudor de tu frente pero se pervirtieron los incentivos tasando ahorro y esfuerzo. Para luego subsidiar el consumo de gilipolleces. Lo que me jode es que encima me llamen insolidario. Estoy a una charla con Cao de Benós de mudarme a Corea. ¿Mecanismo de equidad intergeneracional? Te roban la cartera y se mean en tu cara. Da igual quien gobierne, el millennial siempre traga. Te dicen que vayas con la opción menos mala pero yo no validaré este sistema corrupto. «Si no votas, no tienes derecho a quejarte». Aparece el tonto de políticas. Te mando el mítico monólogo de George Carlin. Yo puedo decir lo que quiera porque no participé en esta farsa. Tú votaste a esos imbéciles. Eres tú el que no puede quejarse. Los números no salen. La deuda pública sigue creciendo y los boomers calcularon perfectamente el timing. El vencimiento llega el día que la palman. Han tomado las instituciones y han vaciado sus arcas. Si mañana Bane entra en el Ministerio de la Seguridad Social, yo tengo claro cuál es mi bando. No empecé este fuego pero voy a por gasolina. Autodefensa boomer, el pueblo verdadero recuperará las calles. Organizaremos un movimiento de resistencia ciudadana. Demagogo, populista, salvaje. Un mártir anónimo caerá en la primera noche de violencia y el caos será desatado. Somos la generación sin orgullo ni esperanza. No sentimos el miedo porque nada tenemos que perder. El futuro ya nos fue arrebatado.
Joan Tubau — Kapital