Fuck you money
Este artículo salió publicado en Suma Positiva, la newsletter de Samuel Gil.
El fuck you money es el precio de tu libertad. No puedo darte una cifra exacta pero puedes estimar la tuya. Más allá del número, el fuck you money es una actitud, del que puede mandarlo todo a la mierda sin preocuparse por las consecuencias. Yo lo entiendo como una opción. Me gusta tenerla, aunque prefiero no ejecutarla. Sin fuck you money tengo que hacer cosas en las que no creo. Con fuck you money mañana me largo si no me gusta lo que veo. Es una cuestión económica pero también espiritual. La libertad se conquista con un punto de locura y efectivo en la cartera. Hay gente con dinero sin fuck you money, demasiado preocupada por perder lo que posee. Hay gente sin ingresos que mantiene pleno control sobre su agenda. «Nada me interesa de todo lo que puedes ofrecerme». Diógenes tenía fuck you money. No lo tenía el rey griego.
La relación entre dinero y libertad debería ser positiva, pero cuanto más suben algunos, menos poder tienen. Ganan ahora demasiado para decir lo que piensan. Un surfista en low-cost tiene más fuck you money que un ejecutivo endeudado, que se gasta todo lo que ingresa en el juego de las apariencias. Incrementa el gasto después de cada promoción, viviendo en constante estrés financiero. No puede dejar un trabajo que odia porque necesita la nómina para pagar las facturas que entran. Si el ahorro añade libertad, la deuda te la quita. Lagarde es la serpiente y el dinero barato es la manzana. Pueden salir los números con los intereses bajos pero a nivel estratégico sigue siendo una nefasta apuesta. Es contraintuitivo rechazar un crédito por debajo de la inflación, pero no es esta una decisión que debas tomar mirando únicamente los números, tienes que añadir el coste de oportunidad, todo aquello que dejarás de hacer, el día que tengas que devolverla. La deuda te ata a una posición y te impide mirar fuera. Yo no la quiero ni regalada. Los economistas dicen que no hay tal cosa como un almuerzo gratis, porque lo que no se paga con dinero, lo terminas pagando con tu tiempo. Duermo más tranquilo si compro al contado, como hacía mi abuelo, aunque me quede sin los puntos de la tarjeta. Mi intención es morir sin haber incurrido en una sola deuda. Intentaré hacerlo con control del gasto y ahorro consciente, gane mil o cinco mil, construyendo ladrillo a ladrillo mi búnker financiero. Yo la disciplina no la busco, la encuentro. Mi vida cambió el día que comprendí que el ahorro presente compraba libertad futura. Si ahorraba 6 meses de mi salario, estaba comprando 6 meses de libertad. Ahora que conocía el verdadero precio, me miraba con otros ojos lo de renovarme el móvil cada diciembre. Todas las decisiones fueron fáciles (¡evidentes!) una vez interioricé esto.
La mejor definición del concepto la tiene John Goodman en la película The gambler.
Si estás arriba con dos millones y medio cualquier capullo en el mundo sabe qué hacer. Te compras una casa con un tejado de 25 años, un indestructible utilitario japonés y metes el resto al 5 por ciento para pagar tus impuestos. Y ahí tienes tu base, ¿lo pillas? Esa es tu fortaleza de la puta soledad. Esto te pone para el resto de tu vida al nivel que te jodan. ¿Que alguien quiere que hagas algo? «Que te jodan». ¿Que tu jefe te cabrea? «Que te jodan». Sé el dueño de tu casa. Guarda algo de dinero en el banco. No bebas. Eso es todo lo que tengo que decir a cualquier persona de cualquier nivel social. ¿Tu abuelo corrió riesgos? Puedo garantizarte que lo hizo desde una posición que te jodan. La vida de un hombre sabio se basa en el que te jodan. Los Estados Unidos se basaron en el que te jodan. ¿Eres un rey? ¿Tienes un ejército? ¿La mejor marina de la historia? «¡Que te jodan, chúpamela!»
Desde esa austera fortaleza preparas tu ofensiva.
Ya la pintarás cuando llegues al millón.
Exposición positiva
Me interesa la derivada de carrera profesional.
Las oportunidades no son frecuentes. Cuando eres joven, crees que las oportunidades seguirán apareciendo cada cierto tiempo, que la vida te dará un número ilimitado de intentos, pero vas cumpliendo los años y te das cuenta que las oportunidades (¡me refiero a las buenas!) solo ocurren unas pocas veces. Las oportunidades de una vida se cuentan con los dedos de una mano y las mejores llegan, esa es la parte jodida, cuando estás todavía verde. La decisión que allí tomes determina tu suerte. Las oportunidades no son frecuentes y tu estrategia cambia el día que entiendes esto. Ya solo te preocupa no desaprovecharla de nuevo. Se plantea un problema a dos niveles: primero reconocerla y luego perseguirla. La primera es una cuestión de curiosidad, la segunda de valentía. El fuck you money es determinante en las dos categorías. Mantener los ojos abiertos y luego ir convencido a por ella. La mayoría falla en la segunda dimensión, a pesar de identificar la oportunidad que pasa por delante, les pilla atados de pies y manos. No pueden atacarla porque tienen la agenda llena, nada han ahorrado y llegan cansados a casa después de trabajar 40 horas. El mayor coste de la deuda no son los intereses que pagas, son las alternativas no exploradas. Mi estrategia consiste en consolidar el balance financiero y seguir desarrollando habilidades. No sé dónde se esconde la siguiente oportunidad pero quiero ir con todo cuando me la encuentre.
Me fascina el caso de Harrison Ford, buscando trabajo en la industria del cine. Ford era consciente que los papeles son escasos y tomó una decisión inesperada: se hizo carpintero. Se garantizaba así unos ingresos estables, dejándose las tardes libres para perseguir su sueño. Es lo que Taleb llama la estrategia de la mancuerna. La alternativa hubiera sido jugárselo todo a una carta. Es lo que suelen hacer los actores jóvenes en una ventana estresantemente pequeña. El margen de maniobra es nulo y los ahorros se funden en pocos meses. Es probable que tuvieran talento pero no supieron gestionar sus riesgos. Ford, el más inteligente, se compraría tiempo con un oficio modesto. Él sabía que podía hacerlo pero también sabía que no controlaba el timing de la apuesta. Nunca sabes cuándo llega, si es que llega, tu golpe de suerte. Quería darse entonces el mayor tiempo posible, para probar el mayor número de combinaciones, para tener el mayor número de intentos. Las oportunidades no están donde tú crees. El papel de protagonista no lo encuentras en un casting, tienes que mudarte a la ciudad, tienes que ir a las fiestas. El trabajo de carpintero terminaría abriéndole una puerta. Literalmente. Reparando la puerta del despacho de Coppola, Ford se encontró con Lucas de forma fortuita, quien justo estaba preparando una vanguardista película sobre las galaxias.
Así lo contaba el propio Ford en una entrevista para Rolling Stone:
Dean Tavoularis había diseñado un elaborado pórtico para la oficinas de Francis Ford Coppola y el tipo que debía instalarlo no estaba disponible. Así que Dean me llamó y me dijo: «¿Puedes hacerme un favor y montarlo?» Trabajé en ese pórtico un par de días, hasta bien entrada la noche. Justo estaba terminando cuando llegó George Lucas junto a Richard Dreyfuss. Habían alquilado la oficina para realizar las reuniones preliminares y el casting de su nueva película. Nadie lo arregló para que yo estuviera allí hasta tan tarde, cuando ellos llegaron. Simplemente sucedió.
Han Solo iba sobrado de fuck you money. Tenía que interpretarlo Ford, para que la actitud fuera creíble. Es una verdad del reino animal que el estatus no se falsea. La cacatúa puede comprarse un bolso de Prada pero las ricas de verdad siguen dejándola fuera. Su posición es frágil y más pronto que tarde se quedará seca. Lo mismo ocurre con el fuck you money. Es una actitud que adoptas, independientemente del dinero que tienes en la cuenta. El actor necesita la actitud para hacer al personaje verdadero. Ford tenía esa actitud y por eso pudo interpretar a un forajido que hacía lo que quería. Le bastaba con tener el Halcón Milenario cerca. Para mí, es una cuestión de actitud y tener el coche con el tanque lleno. El dinero ayuda (¡necesito dinero en la cartera!) pero no es el principal requisito. El dinero no compra fuck you money, el fuck you money lo genera. Es la única estrategia para ser rico. Que todo te la sople atrae el dinero.
Las startups juegan con porcentajes similares. Por eso me gusta este post de Paul Graham en el que recomienda la rentabilidad ramen. El concepto viene a decirte que mantengas gastos bajos, cenando todas las noches fideos, para validar más hipótesis. No hay una fórmula y es cierto que a veces se lo lleva el más agresivo, pero si Harrison Ford se lo tomó con calma, tú también puedes hacerlo. Las prisas han matado buenos proyectos. El error de las startups es el mismo que el de los actores: en un entorno ultracompetitivo, queman la ronda demasiado rápido. La lección contraintuitiva es que no siempre debes acelerar el proceso, para así dejar que las cosas ocurran a su debido momento. Cuando el reloj corre a tu favor juegas en modo fácil. El ultimate life hack es el control del tiempo. Tú te levantas feliz para trabajar de carpintero, mientras tus competidores se desangran refinanciando el crédito. El fuck you money explora las oportunidades desconocidas. Bukowski jugó la carta de maravilla. «Siempre empecé mis trabajos con la sensación que pronto lo dejaría o que me despedirían; esto me dio una actitud relajada que muchos confundieron con la inteligencia o una especie de poder secreto». Es más fácil silenciar al millonario que al borracho. Él se daría fuck you money durmiendo en pensiones de mala muerte y desde esa posición antifrágil perseguiría la posibilidad de vivir de sus textos. La posibilidad es tan remota que solo puedes atacarla prescindiendo de un salario. Nada tenía que perder y esa sería su ventaja. No intentes escribir sin antes consolidar tu fuck you money. ¿Qué credibilidad tiene un escritor que necesita el dinero para vivir? Cuando Samuel me pidió un artículo para Suma Positiva, bloqueé la semana para prepararlo. Así llevo moviéndome los últimos años, priorizando el margen de maniobra al rango. No me preocupa el dinero, solo me preocupan las oportunidades. Busco un sitio en el que montar la silla y espero sentado que vayan llegando. El dinero no es un objetivo, es una consecuencia.
Vía negativa
Yo tomo las decisiones mirando lo que gano y lo que pierdo. No quiero la promoción si me resta libertad de movimientos. No quiero el coche si tengo que pagarlo durante 72 meses. Tener ahorros en el banco marca la diferencia entre explorar el mundo o recibir órdenes de un cateto. La felicidad funciona vía negativa: duermo tranquilo cuando puedo decir que no. A mi jefe, a mi pareja o a la sociedad. Quiero la opción abierta. Ya no puedo vivir sin ella. En la película Heat, Robert de Niro interpreta a un ladrón de bancos. Al Pacino es el policía que le persigue. En una de las conversaciones más icónicas de la historia del cine, el ladrón le cuenta al policía que cuando suenen la sirenas, él ya estará fuera. «No pongas nada en tu vida que no puedas dejar en 30 segundos si sientes el calor a la vuelta de la esquina». No diré cómo termina el atraco pero es evidente que el criminal juega con ventaja. Me pregunto últimamente por el equilibrio entre la libertad y el compromiso. Yo quiero el fuck you money, no para hacer siempre lo que quiera, sino para nunca hacer lo que no quiera. Quiero poder decir que no, quiero darme un plan de huida. Soy sin embargo consciente que una vida sin compromiso es en última instancia banal y ridícula. La solución, como siempre, se esconde en los extremos, nunca quedándote en el aburrido medio. Quiero opcionalidad al principio de mi carrera, para luego bloquear cuando llegue el proyecto. La vida personal la gestiono de la misma manera. No quiero distraerme con muchas opciones, quiero dedicar las 24 preciadas horas a aquellas personas en las que creo.
Si eres tan rico, ¿por qué tragas tanta mierda? La primera regla de una negociación es que puedas decir que no y de nada sirve el fuck you money si nunca dices fuck you. Es un problema informativo. Incluso cuando necesitas el puesto, tu mejor estrategia pasa por esconderlo. Si no puedes levantarte de la silla no es una negociación, es una rendición. El fuck you money es más necesario que nunca en esta sociedad sin disidentes, que te señala con el dedo cuando cuestionas una orden del poder. Los humanos siempre hemos sido gregarios pero nunca antes los corderos fijaron las reglas. La pregunta es inevitable: ¿qué harás cuando vayan a por ti? Más importante incluso: ¿te diste posición para resistir? Mi único consejo es que, si tienes intención de pelear, te leas los ensayos de Michel de Montaigne. Me gustan sus diarios porque son el testimonio de un ciudadano que lucha por mantener su independencia. «¿Qué sé yo?» Ese hombre entendió, en un período mucho más convulso que el nuestro, que sin fuck you money estaba jodido, así que se construyó una torre en su castillo en la que refugiarse de las presiones colectivas. No era un monje de clausura, solo quería el control total de su tiempo, relacionarse con los demás en sus propios términos.
La verdadera riqueza es el dinero que no necesitas. Montaigne era propietario de un château, pero las reglas han cambiado en esta economía descentralizada, ya no necesitas poseer el ladrillo si tienes flujo de caja positivo, tú puedes montártelo desde un Airbnb caribeño. Montaigne llevaría la idea hasta las últimas consecuencias. Renunció a sus obligaciones y vivió una vida contemplativa. Enrique IV, concluídas las guerras francesas de la religión, le pidió que se uniera a la corte en rango de consejero real. Montaigne respondió por carta que en el norte hace frío, que en su castillo es tiempo de vendimia, que mejor lo miramos otro día. Decirle que hoy no te va bien al mismísimo rey de Francia. Eso es fuck you money. Todo lo demás son cuentos.
Joan Tubau — Kapital