Morir con cero
Jack Welch, el legendario CEO de General Electric, tenía fama de agarrado. Nuestros orígenes explican aquello que somos y Jack había crecido en una humilde familia americana, con un padre que conducía trenes y una madre que cuidaba la casa. Nunca tuvieron mucho dinero pero él se ganó sus oportunidades trabajando. Se graduó en ingeniería química y obtuvo el doctorado, para luego aceptar una oferta de General Electric, empresa que terminaría liderando. Era temido y admirado y está considerado uno de los grandes directivos del siglo pasado. 20 años estuvo al frente de la compañía, vigorizando un viejo conglomerado con su filosofía de responsabilidad y meritocracia. Al cumplir 60, todavía al mando de la firma, sufrió un ataque al corazón del que afortunadamente pudo recuperarse. El periodista Stuart Varney, presentador de CEO Exchange, quiso saber qué le pasó por la cabeza antes de que llegara la ambulancia, cuando no sabía si iba a contarlo. La respuesta de Jack es sorprendente:
Debería haber gastado más dinero.
El periodista pensó que bromeaba y Jack insistió:
Todos somos producto de nuestro entorno. Y yo de joven no juntaba dos centavos, así que siempre he sido relativamente tacaño. Siempre compraba el vino más barato, siempre miraba el precio en el restaurante. Y nunca más, me juré por Dios, volvería a comprar una botella por debajo de los 100 dólares. Esa fue la lección.
Jack amasó una fortuna de 750 millones de dólares. El valor de mercado de General Electric, durante su etapa de CEO, pasó de 12.000 millones a 410.000 millones de dólares. Se había ganado todas las botellas que quisiera. Solo tenía que darse permiso.
El vino más caro
Morir con cero busca ese difícil equilibrio entre ahorrar para el futuro y disfrutar del dinero. Yo, que siempre he defendido que con ahorro compras tu libertad, quiero hoy decirte que no sientas remordimientos dándote caprichitos. El dinero es un medio, no un fin, para alcanzar tus objetivos vitales. Tengo sin embargo dos críticas al libro de Perkins. La primera es que es difícil calcular el ahorro exacto para la jubilación. Quien ajuste demasiado corre el riesgo de dormir sus últimos años en la calle. La segunda es que no solo en el consumo material se esconde la felicidad, sino también en el trabajo. Todo en su justa medida. Jack venía programado de casa para nunca derrochar y esto es lo que hizo hasta que sintió ese dolor en el pecho. La austeridad, que fue la base de su éxito empresarial, sería también un freno para su disfrute. Tendría que ver pasar la muerte de cerca antes de permitirse el vino caro y, más importante, compartir más sobremesas en compañía de familiares y amigos. La gente no cambia leyendo libros, la gente cambia cuando comprende que su tiempo es escaso. Esa fue la lección de Jack de camino al hospital. No es necesario sobrevivir un ataque al corazón para empezar a vivir la vida que de verdad quieres, aunque mucho me temo que así funcionamos los humanos, solo comprendemos cuando perdemos algo. El crecimiento llega con los errores, para descubrir que la quieres tienes que perderla antes. Entonces, y solo entonces, es necesaria la suerte. Cruza los dedos para que no sea demasiado tarde.
José Elías, igual que hacía Jack, sigue mirando los precios en los restaurantes. Pilota un helicóptero y duerme en una mansión con una jirafa pero la mentalidad de escasez, forjada en los años de juventud, raramente cambia. La escasez te obliga a pelear, no tienes otra opción cuando no puedes permitirte el fracaso. Se preguntaba José cómo incorporar su mentalidad de escasez, que tan lejos le había llevado, a tres hijos que crecen en la abundancia. No creo que pueda hacerlo. Es una configuración de fábrica. José sigue compitiendo a pesar de tener suficiente, no puede ya frenarlo. Es obvio que le gusta su trabajo pero tengo la sensación que en parte lo hace porque quiere todavía demostrar algo. La mentalidad de escasez te permite subir pero te impide luego disfrutarlo. Nunca nada es suficiente, el ego es siempre insaciable. El éxito en la vida consiste en fijarte la métrica adecuada. José, en la entrevista con Jordi Wild, parecía preocupado por regresar a la lista Forbes, recuperar ese valor arbitrario de los mil millones en la bipolar cotización bursátil. Más allá de sus empresas, su verdadero impacto está en sus acciones y sus palabras, la idea que él representa: que con talento y ambición este país sale adelante. Un chaval de Badalona escuchará el podcast y decidirá mañana intentarlo. José parece obsesionado con subir diez puestos en esa estúpida lista pero la esperanza de un chico no sale en los rankings. El dinero es un marcador engañoso. El impacto social de una buena maestra de primaria puede ser mucho mayor que el de un directivo millonario. José busca la validación del capital pero solo para el ego es ese número importante. La competición termina un día sin previo aviso y nadie en el cementerio se fija en el dinero acumulado. El impacto que tuviste, la gente que está llorando. El único marcador son las vidas que cambiaste.
Joan Tubau — Kapital