El viaje de Chihiro
La peor manera de transmitir una idea es de forma directa. Los mensajes excesivamente delimitados, en los que queda todo perfectamente definido, no seducen ni convencen. La persuasión es un rito misterioso. Tengo que darte las piezas para que tú las encajes, sin nunca resolver el problema. Por eso fracasa el cine moderno. Te dicen qué pensar y luego se sorprenden que tomes la posición opuesta. Es de primero de psicología. En el arte de la persuasión solo funciona la comunicación indirecta, con palabras cuidadosamente seleccionadas, con un mensaje que avanza silenciosamente por el subsuelo. Yo te digo dos más dos y tú respondes cuatro. El aprendizaje es un proceso de descubrimiento. El artista destapa, mediante los sentimientos, una idea en ti latente. Tu cerebro racionaliza entonces esa verdad oculta. Amas el arte porque te conecta a un nivel superior, te permite averiguar algo que instintivamente ya sabías, desde el día en el que naciste. Te pasas una vida persiguiendo ese recuerdo. Esperando que tu corazón sepa reconocerlo. Hablo del coraje de persistir cuando no sabes explicarlo en palabras. Hablo de refugiarte en un museo el día en el que pierdes la esperanza. Y encontrar por accidente con una pintura en la que identificas el mismo fracaso. Y que alguien que lleva enterrado quinientos años te susurre al oído que todo irá bien. Que no estás solo en tu cometido. Que existe una razón para seguir creyendo. Los maestros antiguos ya recorrieron ese camino. Cohen canta «there is a crack in everything, that's how the light gets in» y tú entiendes que la lucha, el sufrimiento, mereció la pena. Palabras cuidadosamente colocadas que darán un sentido a tu existencia. Saint-Exupéry escribe con ese lenguaje. Y Miyazaki utiliza la misma magia. Es un mensaje para el niño que fuiste, ese niño que llevas dentro. Una idea escondida, que redescubriendo interiorizas. Es el lenguaje del corazón. El único que comprendes.
Hayao Miyazaki reflexiona sobre el poder de las palabras en El viaje de Chihiro.
Chihiro no es la protagonista de esta historia porque sea especialmente guapa. Es la protagonista porque es lo bastante fuerte para evitar ser devorada. Las palabras son poder. Y en el mundo en el que Chihiro tropezó, las palabras pronunciadas tenían un sentido irrevocable. En la casa de baños controlada por la bruja Yubaba, si Chihiro decía un: «¡No!», o «¡Quiero irme a casa!», inmediatamente se arriesgaba a que la despidieran y tener que vagar hasta la muerte, o a que la transformaran en gallina y empollar huevos hasta que se la comieran. Por el contrario, cuando Chihiro decía en voz alta: «Yo trabajaré aquí», sus palabras son tan poderosas que incluso una bruja como Yubaba no puede ignorarlas. Hoy en día las palabras son usadas y tomadas a la ligera. Es el reflejo que la propia realidad ha crecido en el vacío. La verdad es que incluso hoy las palabras pueden tener poder. Nuestras vidas están repletas con demasiadas palabras sin significado, sin poder, palabras vacías.
El mensaje de Chihiro es que la vida es lucha y que en la lucha encontrarás un sentido.
Chihiro recibe un entrenamiento riguroso, aprende lo que es el sacrificio y usa su inteligencia para sobrevivir y regresar a nuestro mundo. Los niños de hoy se sienten amparados, protegidos y distanciados de la realidad, no encontrando mejor solución que inflar su, por otra parte, débil sentido de sí mismos. Las extremidades flacas de Chihiro y sus expresiones deliberadamente molestas y apáticas son un símbolo de esto, pero mientras la realidad se impone y se enfrenta a un peligro del que no puede librarse fácilmente, demuestra en el proceso una adaptabilidad y constancia de la que no era consciente. Se da cuenta que posee una fuerza interior que le hace capaz de actuar con valentía y tomar decisiones arriesgadas. Incluso en este mundo extraordinariamente difícil, ella vive de verdad. Al final de la película, Chihiro, que había sido una niña perezosa y caprichosa, asume una expresión tremendamente atractiva, a pesar de que el mundo real no haya cambiado especialmente. Si hay algo que quiero expresar con esta película es que las palabras representan nuestra voluntad y que las palabras son poder.
No decepcionar al niño que una vez fuiste. Las decisiones son sencillas utilizando esta métrica. Creerte importante, codiciar bienes ajenos, perseguir el dinero. Idénticas trampas desde el principio de los tiempos. Mentimos con las palabras, no con los sentimientos. Las palabras, cuando se utilizan sin compromiso, son fuente de confusión, analizando los pros y los contras, embarullan el propósito verdadero. El corazón no necesita palabras porque ya conoce la respuesta. Tú sabes lo que quieres hacer. ¿Tienes o no los huevos de hacerlo? Esta sociedad no habla claro porque teme el conflicto que las palabras sinceras generen, teme las consecuencias presentes de la acción más que las consecuencias futuras de la inacción. Basta una sola palabra no pronunciada para que un hombre pierda su camino. Yo te animo a decir lo que sientes, no lo que piensas, sin nunca pensar en las consecuencias. Te encontrarás en medio de trifulcas desagradables pero, si quieres vivir tranquilo, es necesario (¡imprescindible!) escalar el duelo, confrontar al matón hasta las últimas consecuencias. Permítele una mala mirada y mañana te rompe las piernas. Es la ley de la calle. Es el viejo refrán checoslovaco: no lleves pistola si no estás dispuesto a apretar el gatillo. Porque la vida sin líneas rojas es un infierno. Porque en este mundo de lobos, en el que los padres son devorados por sus hijos, las palabras estratégicamente seleccionadas pueden salvarte de la quema. La comunicación funciona a un nivel animal, inviertes en reputación, pagando el precio de la confrontación, para ahorrarte futuros problemas. Te ganas el respeto mostrando las cicatrices. Luchar es la esencia de la vida y quien no lucha lentamente se difumina. Yo lucho con palabras y escribiendo defino mi destino. Defiendo mi tierra, mi honor y mi estirpe, con la escopeta del abuelo, con la sangre de los enemigos. No importa si gano o si pierdo, si encuentro o no lo que estoy buscando.
Yo escribo.
Yo lucho.
Yo duermo tranquilo.
Joan Tubau — Kapital
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