La opcionalidad consiste en dejarte todas las opciones abiertas.
Es la estrategia eficiente en un mundo que no entiendes.
Así la describe Taleb en Antifrágil:
Las opciones, cualquier opción, te darán más upside que downside, son vectores de antifragilidad. Si tienes opcionalidad, no necesitas inteligencia, conocimiento, visión o habilidades. Porque ya no tienes que acertar tan a menudo. Basta con no cometer errores que te perjudiquen (actos de omisión) y reconocer resultados favorables cuando ocurran. La clave es que la evaluación no es necesaria de antemano, solo después del evento.
La opcionalidad, sin embargo, presenta un enorme peligro.
Parálisis por análisis
Yo, que siempre he construido manteniendo opciones abiertas, te digo ahora que cierres posición cuando encuentres la buena. Si para sacar información tienes que probarlas todas, el éxito pasa por quedarte con una sola. El que vive permanentemente en la opcionalidad nunca se compromete y por eso nada construye. Es valioso explorar distintas profesiones pero tendrás que elegir especialización si quieres ser maestro. Es atractivo viajar sin rumbo pero más pronto que tarde te cansarás de la vida en el hostel. Es divertido salir con mil chicas de Tinder pero el mejor sexo será siempre con tu pareja. La opcionalidad tiene sentido en una etapa temprana, cuando te expones al mayor número de experiencias buscando aquello que de verdad quieres. Pero lo que es natural a los 18 será patético con 40. La estrategia eficiente funciona en los extremos, nunca quedándote en el medio. Empiezas con todas las opciones abiertas para luego vincularte ciegamente. La sabiduría del maestro Pla: «limítense y serán felices». La ejecución es la parte jodida. Este texto suena lógico y racional pero sobre el terreno es fácil perderse. Algunos se casan con la primera que pasa por delante. Algunos llegan a la vejez buscando todavía a la mujer perfecta. No quieres ligarte demasiado pronto, ni tampoco pensártelo demasiado. Tienes que mantener la tensión pero no puedes mostrar nervios. Tienes que ser paciente pero no puedes dormirte en los laureles. ¿Cómo sabré que ha llegado el momento? Solo el instinto puede darte esa respuesta.
No serás feliz si mantienes todas las opciones abiertas. No estarás tranquilo si tienes un ojo mirando fuera. La mente humana nos juega aquí una mala pasada. Diseñada en un contexto de escasez, siempre busca subir, nunca se conforma con lo que tiene. Un trabajo más interesante. Un amigo más generoso. Una esposa más sincera. La idealización, la idea de la media naranja, te jode una relación satisfactoria, hace la decepción inevitable entre humanos imperfectos. La aceptación incondicional permite romper el círculo perverso. A los amigos del cole les quieres por lo que son, no por lo que proyectan. A tu mujer la quieres en sus defectos. La novedad constante, esa plaga de la sociedad moderna, lleva a la gente a diseñar fines de semana temáticos, más virales y más intensos. Ya no puedes tomar unas cañas con tus colegas, tienes que resolver un escape room disfrazado de reno para compartir el streaming en directo. Tus 3 viewers te lo agradecen. Los millonarios tampoco llevan bien el aburrimiento. «Si soy tan rico, ¿por qué me cansa esta cena?» Cambian de amigos y siguen aburriéndose. Se flipan con el golf en lugar del pádel, pero la turra es la de siempre. El mismo muermo, ahora con mayores deudas. Cuanto más sube, más aprieta el corsé de las expectativas autoimpuestas. Los mejores márgenes, con mucha diferencia, están en los catetos inseguros que buscan experiencias. Puedes soltarles la mayor tontería que se pondrán en la cola. «Tienes que probar al nuevo dim sum de trufa de David Muñoz». A pesar de la historia que se cuenta en Instagram, en el fondo de tu corazón sabes que te la están metiendo. Te tomas el vino con cara seria pero tú lo que quieres es el ponche de la fraternity. Escuchas risas en la cocina cuando pagas los 800 euros de humo de la cuenta.
Quemar las naves
El problema de la opcionalidad es que, con tantas opciones abiertas, es imposible que te concentres. Cierra posición e intenta ser feliz con lo que tienes. Es altamente probable que exista una mejor alternativa fuera pero es estúpido, al no poder encontrarla, que pienses en ella. La biología entiende este proceso. El amor romántico funciona siguiendo esta lógica: te enamoras para no distraerte. Es una emoción incontrolable que refuerza la apuesta imposible que es la construcción de una familia. Cuando desaparece el enamoramiento, a los 3 años según Beigbeder, el matrimonio lo mantiene unido. El contrato social, la sabiduría de nuestros ancestros, te empuja a no romper el vínculo. Nunca cuestiones una tradición. Especialmente cuando no la comprendes. El secreto de la felicidad es aprender a querer lo que ya tienes. Se lo leí a Mr. Wonderful. Debe ser la primera vez que dicen algo inteligente. El compromiso te permite centrar esfuerzos en aquello que merece la pena. Hernán Cortés lo llevaría más lejos. Quemando las naves tenía que sacarlo adelante, ya no podía regresar a su pueblo extremeño. Entregarse al azar es la estrategia de los hombres valientes, que entienden que el destino es más sabio que una decisión en caliente. El compromiso irracional es la estrategia eficiente. Así puedes concentrarte en proyectos importantes, como proveer de recursos a tu familia o buscar nuevas pistas del asesinato de Kennedy.
Joan Tubau — Kapital