Obélix y compañía
El mejor manual de introducción a la economía es un cómic de Astérix y Obélix. Es también un manual de estrategia empresarial, comercio internacional, marketing, ciencia política y sociología. Y todo en un librito de 44 páginas. El genial guión de René Goscinny, con los cautivadores dibujos de Albert Uderzo, refleja el a veces estúpido pero siempre fascinante comportamiento humano. Individualmente somos racionales pero en sociedad hacemos cosas muy extrañas. Obélix y compañía es superlativo. Nunca César estuvo más cerca de derrotar a los galos que en la burbuja del menhir que generó con sestercios el licenciado Cayo Coyuntural, junto con el plan de gentrificación del arquitecto Cosinus en La residencia de los dioses, quien construyó apartamentos de lujo cerca de la aldea. Recientemente se estrenó la película de animación. No deja de ser curioso que fueran éstas ofensivas económicas, y no militares, anticipando Goscinny que el mercado y la globalización moldearían la sociedad más que cualquier guerra. En el podcast con Ramiro expresamos la pasión que sentimos ambos por unos cómics que dentro de varios milenios permitirán a los antropólogos comprender la inexplicable sociedad del siglo XXI. Un cómic que gusta tanto a los niños como a los mayores. Mejor dicho, un cómic para los niños de 40 años.
K54. Ramiro Castillo. Economía en viñetas.
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¡Están locos esos romanos!
Todos los Astérix empiezan de la misma forma. César piensa cómo terminar de una vez por todas con los galos y los brutos militares le piden guerra. Cayo Coyuntural, recién salido de la Escuela Imperial de Administración, idea una trampa económica.
Cayo viaja a la aldea rebelde para comprar menhires, aunque nadie sabe muy bien cuál es su utilidad. Hasta ese momento los galos se organizan felizmente en una tribu cerrada y autosuficiente en la que no existe el dinero. Pronto todo esto cambiará.
Cayo utiliza un mareante lenguaje financiero que nadie entiende. Solo queda claro que los menhires se pagan cada vez más caros y que sería estúpido desaprovechar la oportunidad. Obélix, por culpa de los sestercios, empieza a comportarse distinto.
Obélix ya piensa en internacionalizar su cantera y dedica su escaso tiempo al negocio. No sale a cazar jabalíes con su amigo Astérix ni tampoco juega con su perrito Idéfix. Es éste el concepto más jodido en la gestión del dinero: el coste de oportunidad.
Obélix es ahora un tipo importante en el mundo financiero y no puede ir con esos trapos. Astérix se descojona cuando se le encuentra vestido de seda. Gana más dinero pero tiene que gastárselo todo en imagen. Le pasa lo mismo que al senior de Deloitte.
El dinero seduce al bueno de Obélix. Ya habla como un aburrido hombre de negocios. Me encanta la frase que le suelta: «Si quieres, uno de estos días nos llamamos y comemos». Yo la digo cuando no tengo intención de quedar y no estoy orgulloso.
Astérix y Panorámix, los únicos galos no corrompidos por el dinero, quieren recuperar el control. Jugarán con las mismas cartas: si incrementan el ritmo de producción, César se quedará sin sestercios. Tienen intención de generar una burbuja del menhir.
Una vez Panorámix regala su poción mágica desaparece la barrera de entrada en esa industria, la fuerza sobrehumana de Obélix, y el antiguo monopolio evoluciona a un mercado en competencia perfecta. La producción mundial de menhires crece sin parar.
César no sabe qué hacer con todos los menhires que le llegan de la Galia. Cayo se muestra confiado porque recuerda la lección de la escuela de negocios. La teoría dice que cuando aumenta la oferta el departamento de marketing genera nueva demanda.
Cayo Coyuntural trama entonces un plan comercial, sabiendo que el humano quiere lo que tiene el vecino. Diseña una campaña de marketing para colocar el excedente de menhires. La cara del César lo dice todo: no sé si es muy listo o me la está pegando.
¿Cómo convencerme para que compre indefinidamente? Fácil, sigue el ejemplo del iPhone. Cambias los bordes, añades un megapíxel y dices que es disruptivo. El producto es el mismo pero el consumidor se siente desfasado si no actualiza al último modelo.
Intentan además darle nuevos usos al menhir y así dinamizar la demanda. Desde souvenirs para turistas que visiten Roma hasta ediciones limitadas a un precio desorbitado, producidos por un escultor emergente. Cayo es un genio de las ventas.
Ocurre entonces algo que Cayo no esperaba, llega la competencia de los productores romanos. Los egipcios entran al poco tiempo. Empieza la fase de diferenciación. El líder del sindicato local, Malentendidus, juega la carta del comercio de proximidad.
René Goscinny anticipa todos los cambios sociales. Ahora aparece la emergente élite industrial desafiando el poder político. Los empresarios, con su poder económico, no temen ni al mismísimo César. Malentendidus le echa el pulso y organiza una huelga.
Cayo impone medidas proteccionistas a favor del menhir galo y los productores romanos se revelan y cortan carreteras. Es sensacional la pancarta: «Trabajo para nuestros esclavos». César se queda sin dinero y se arriesga a una revuelta burguesa.
El buen marketing nunca es suficiente si no hay detrás un producto que cumpla con la promesa y el mercado inicia un ciclo bajista. Los fabricantes entran en una guerra de precios. Se quitan los menhires de encima por los elevados costes de almacenamiento.
La contraofensiva de Astérix funciona. Obélix es el primero que se cansa del juego y se da cuenta que el dinero del César solo le hizo engreído. Es la carrera de la rata, ocupaba las horas del día en su 'importante' trabajo para luego comprarse tonterías.
Los sestercios se han devaluado y no tienen utilidad. El plan de Cayo Coyuntural ha fracasado y la paz regresa a la aldea. Los galos retoman sus antiguos oficios y esa noche comen felices y duermen tranquilos sin las estúpidas preocupaciones del dinero.
A todo esto, nadie sabe todavía para qué sirve un menhir.
Joan Tubau — Kapital
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