Nadie te debe nada
El tiempo filtra los mejores textos. Puede parecer que vivimos en una época de ruido ensordecedor pero nada de lo que se grita permanece. El tiempo es un juez implacable que nunca se equivoca en el veredicto, al que nadie engaña después de un siglo. Es tranquilizador pensar que transcurridos los años solo se recuerdan los mejores textos y que todos los ensayos de actualidad, escritos en pocos días, caen en el negro olvido. Naval Ravikant dijo que para escribir un libro tienes antes que convertirte en él y eso es precisamente lo que yo estoy haciendo en Kapital. Nada sobrevive si antes no se paga el precio. «No hay cosa más dulce que la patria y los padres». Me acompañan en el viaje los versos de Homero, recitados en Ítaca hace ya más de dos milenios, versos que seguirán acompañando, porque son sinceros, a los futuros viajantes de la odisea.
Un regalo distinto, mejor
En la Navidad de 1966, Harry Browne escribió esta preciosa carta a su hija de 9 años.
Es Navidad y tengo el clásico problema de decidir qué regalarte. Sé que son muchas las cosas que disfrutarías: libros, juegos, ropa. Pero soy egoísta y quiero regalarte algo que no caduque en unos meses. Quiero darte un regalo que te recuerde a mí cada Navidad. Si pudiese regalarte una sola cosa, te regalaría una simple verdad que me costó años descubrir. Si entiendes este mensaje, enriquecerá tu vida de muy distintas maneras. Y te protegerá de todos los problemas que sufrieron aquellos que nunca supieron comprenderlo. Esa simple verdad es: nadie te debe nada.
¿Cómo una sencilla idea puede cambiarlo todo? Puede que no te lo parezca, pero entendiéndola tu vida será bendecida. Nadie te debe nada. Significa que nadie vive para ti, mi niña. Porque nadie es como tú. Cada persona vive para sí misma, su propia felicidad es todo lo que experimenta. Cuando comprendas que nadie te debe tu felicidad, serás liberada de lo que debería ocurrir. Significa que nadie tiene la obligación de quererte. Si alguien decide hacerlo, es porque hay algo especial en ti que le proporciona felicidad. Encuentra qué es y trata de hacerlo más fuerte, para que te quieran más. Cuando alguien te ayuda es porque así lo desea, es porque hay ese algo en ti que, de muy distintas maneras, le regala un sentido por el que complacerte. Y no es que nada te deba. A nadie le gustas por obligación. Si tus amigos quieren estar contigo no es por compromiso. Descubre qué les hace felices para así tenerles cerca. Nadie tiene que respetarte. Algunos serán antipáticos. Pero una vez comprendes que las personas no tienen la obligación de tratarte bien, aprenderás a alejarte de quienes te hagan daño. Porque tú tampoco les debes nada.
Nadie te debe nada. Te debes a ti misma ser la mejor persona posible. Porque si lo consigues, los demás querrán estar contigo, querrán darte las cosas que quieres, a cambio de todo lo que les estés ofreciendo. Algunos escogerán no tenerte cerca por razones que nada tienen que ver contigo. Cuando esto ocurra, busca amistades en nuevos lugares. No hagas de sus problemas tu problema. Una vez comprendes que debes ganarte el amor y el respeto, ya nunca esperas imposibles y ya nadie puede decepcionarte. Los demás no tienen la obligación de compartir sus propiedades contigo, ni tampoco sus sentimientos o sus pensamientos. Y si lo hacen, es porque tú te lo ganaste. Y puedes sentirte orgullosa del amor recibido, del respeto de tus amigos, de las propiedades ofrecidas. Nunca des nada por sentado. Si lo hicieras podrías entonces perderlo todo. No es tuyo por derecho, debes siempre ganártelo.
Me quité un peso de encima cuando descubrí que nadie me debía nada. Por mucho tiempo pensé que había cosas a las que tenía derecho y me agotaba física y emocionalmente reclamándolas. Nadie me debe la ética, el respeto, la amistad, el amor, la cortesía o la inteligencia. Y una vez lo comprendí, todas mis relaciones resultaron satisfactorias. Invertiría mi tiempo en las personas que querían hacer las tareas que yo quería que hiciesen. Esta máxima me ha resultado de enorme valor con amigos, colegas, amantes, clientes y extraños. Me recuerda constantemente que puedo conseguir lo que yo quiero con solo entrar en el mundo del otro. Debo solo tratar de comprender cómo piensa, qué considera importante, qué es lo que desea. Es entonces cuando puedo apelar a sus verdaderos motivos, consiguiendo lo que deseo. Y puedo entonces decidir si realmente involucrarme emocionalmente. Y reservar mis energías para aquellas personas con quien tengo más en común.
No es fácil resumir en unas pocas palabras una idea que me costó años comprender. Pero si relees esta carta por Navidad su significado se volverá más claro. Año tras años. Lo que más quiero, más que cualquier otra cosa, es que entiendas una simple verdad que te hará libre: nadie te debe nada.
Feliz Navidad.
Joan Tubau — Kapital
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