La mala reputación
La mauvaise réputation.
Paco Ibáñez interpreta la canción de Georges Brassens.
Boyero puso esta canción en su sección de La ventana y yo la escucho en loop desde hace semanas. Como ocurre con los grandes versos, el poeta interpela. Esa canción me habla a mí y en mi confuso momento vital todo gana de repente un sentido. Las dudas en la encrucijada desaparecen, la decisión es ahora clara. Esa es la fuerza de una canción. Ese es el mecanismo que cambia la historia del mundo. Kapital nació para gestionar la tensión con el colectivo. El mismo dilema en todas las culturas, el mismo conflicto desde el principio de los tiempos. Necesitaba una plataforma en la que compartir mi estrategia suicida. Sin ella, sin los textos publicados, hubiera desistido al poco tiempo, hubiera firmado el contrato fijo. Que esté escrito me recuerda que no estoy loco. Simplemente tomé el camino difícil. Hoy, gracias al mercado, los raros pueden sobrevivir. El rebaño, obviamente, penaliza el intento, señalando aquel que se aleja de la regla. Nunca el precio fue tan alto, nunca la recompensa fue tan grande, en una pelea que sin duda merece la pena. Yo te animo a buscar tu propio camino aunque, no quiero engañarte, nadie sale de ella indemne. Luce con orgullo tus cicatrices.
En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
Todos, todos me miran mal
Salvo los ciegos, es natural.
Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.
Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla pongo al señor
Y aplastado el perseguidor
Eso sí que sí que será una lata
Siempre tengo yo que meter la pata;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
Todos tras de mí a correr
Salvo los cojos, es de creer.
No hace falta saber latín
Yo ya se cual será mi fin,
En el pueblo se empieza a oír,
Muerte, muerte al villano vil,
Yo no pienso pues armar ningún lío
Con que no va a Roma el camino mío,
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
Todos, todos me miran mal
Salvo los ciegos, es natural.
La decisión más difícil. El eterno conflicto con la sociedad.