El PIB no miente
El PIB per cápita es el indicador que mejor refleja la situación de un país. Es fácil de calcular. Se añaden todos los bienes y servicios que se producen en una economía y se divide esa cifra por el total de la población. El año pasado se viralizó un hilo que analizaba la inquietante situación de la economía española. Me gustaría recuperarlo ahora que la inflación se come el poder adquisitivo de las familias. En este sentido, la inflación simplemente acelera un proceso generado por la ausencia de inversiones en capital, físico o humano, que deriva en un estancamiento de la productividad. Los bancos centrales, con sus tipos de interés negativos, destrozaron una estructura productiva en la que el consumo se sostiene a crédito y nadie ahorra para el futuro porque pierde allí dinero. Actualizo los datos del Banco Mundial pero la tendencia es la misma. Nos empobrecemos de forma dramática y nadie tiene un plan para revertirlo.
El empobrecimiento de un país es un proceso gradual. Saltan las alarmas con el incendio ya descontrolado. Lo vas notando en pequeñas cosas hasta que un día te levantas y te das cuenta que no formas parte de la clase media, no pudiendo permitirte esa escapada a Florencia. Con el crecimiento lo mismo pero en la dirección opuesta. Nuestros abuelos, trabajando y ahorrando todos los meses, construyeron capital para que sus hijos y nietos vivieran mejor. El profesor Bastos lo describía en el podcast. Damos por sentado el progreso y eso es peligroso. Argentina fue uno de los países más ricos del mundo y hoy su renta per cápita es inferior a la de Bulgaria. En Corea del Sur se morían de hambre después de la guerra y hoy son la décima economía del mundo.
Los datos
Para saber qué está ocurriendo basta con mirar la evolución del PIB per cápita. Ese es el dato que el político no puede maquillar con propaganda. El PIB per cápita confirma lo que intuitivamente ya sabías: no va bien la cosa, llevamos una década estancados.
Necesitas entonces comparar esa cifra con la de los países del entorno, para darle contexto. No somos los únicos que sufrimos. Los países del sur de Europa son conocidos de forma despectiva como PIGS por parte de las élites anglosajonas.
El futuro de un país no está sin embargo escrito. Los bálticos, repúblicas soviéticas que se caían literalmente a pedazos en los 80, nos atraparon en PIB per cápita. Si actualizamos el gráfico con los datos de 2023 veremos que Estonia supera España.
Toda decisión que incrementa el capital impactará positivamente en el PIB per cápita. Irlanda apostó en su día por un modelo económico que retuviera el talento nacional y atrajera el foráneo. Marc Vidal contaba los dolorosos ajustes que se implementaron.
Es el interés compuesto. Entre una tasa anual de crecimiento del 2% y otra del 4% no parece que haya mucho cambio, pero lo miras a 20 años y la diferencia es enorme. Ese país con el el que estabas empatado hace cuatro días va camino de triplicarte en renta.
El político y sus palmeros pueden hacer los discursos que quieran pero el PIB per cápita te pone a sitio. No puedes de él esconderte. Ahora compramos barato en Polonia pero en 2030 seremos nosotros los que fabriquemos barato para los polacos.
Misma historia con China. El sorpasso es cuestión de tiempo por las dinámicas económicas globales, sus tasas de ahorro y sus valores culturales. El medio rural lastra el índice pero muchas de sus ciudades tienen un PIB per cápita superior al español.
En los países en desarrollo observamos también tendencias dispares. Los dos países más poblados, China e India, siguen trayectorias distintas. Todo puede cambiar en unos pocas décadas. En el crecimiento económico son muchos los cisnes negros.
La conspiración
Podemos ignorar el problema pero no podemos ignorar sus consecuencias. Nos empobrecemos lentamente sin llegar a comprenderlo y nada revertimos si no identificamos las causas primero. El estancamiento del PIB per cápita siempre se traduce en un deterioro de los servicios públicos. El tren de cercanías sufre averías, tu hijo se queda sin plaza en la guardería y la lista de espera de una operación se alarga indefinidamente. No tengo esperanza porque no hay voluntad de reforma. Los partidos no tienen valentía para plantear las reformas que este país necesita. La crisis climática será la excusa perfecta en la que justificar los futuros recortes. Lo plantearán como si crecimiento económico y sostenibilidad estuvieran confrontados, siendo esta la mayor mentira. Sufrimos, no por el clima, sino por la ausencia de liderazgo. Las élites, que controlan los medios de comunicación, eligieron el cloroformo a la cirugía. El control social durante el COVID fue prueba satisfactoria y ya preparan el discurso para que aceptes tu nueva condición de pobre, mientras sigues vendiendo en Instagram que no te pierdes un festival. Todos contentos en una asfixiante sociedad que elige proyectar la escena por encima de vivir la experiencia. Los políticos te dirán que no puedes volar todos los veranos y poco después que no puedes ducharte con agua caliente, maldito insolidario. Los periodistas validarán, en su rol de voceros, a cambio de un mísero salario. No soy yo del discurso de la conspiración pero veo señales por todos lados.
La solución pasa por capitalizarte, ahorrando dinero y formándote en los libros que nadie lee. Yo te animo a desarrollar un perfil distinto, que te permita negociar en este mercado laboral global. Yo tengo un plan de huida. Espero no utilizarlo pero me gusta guardarlo en un cajón con llave. El ahorro compra tranquilidad. Si la cosa se complica, yo me piro de aquí en menos de lo que canta un gallo. «In 30 seconds flat if you feel the heat around the corner». No dormiría tranquilo si mi futuro dependiera de votantes analfabetos manipulados por políticos corruptos. Que la crisis te pille capitalizado.
Joan Tubau — Kapital
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