Cuento de Navidad
Esta es una historia real. A nadie se la conté antes porque temí ser catalogado de loco. En la Nochebuena del presente año me crucé con un mendigo en las escaleras de la catedral. Busqué en el bolsillo una moneda y ese hombre me miró con tristeza. «No quiero tu dinero, solo vengo a decirte que no encontrarás en él la felicidad que anhelas. No soy yo el que sufre, es por ti que siento pena. Por tu obsesión con el trabajo, por tus deseos insatisfechos. No es un mendigo quien te habla sino un ángel caído del cielo». No me gustó su tono celestial y mi corazón respondió con estas palabras sinceras.
Yo no trabajo por dinero, yo trabajo por amor a mi oficio. El dinero es un marcador, el dinero es la consecuencia, me dice si la sociedad está conmigo satisfecha. Me gusta sentirme útil, esta es mi única certeza. El dinero valida el camino. Si en algo coinciden los abuelos centenarios es que la vida transcurre en un abrir y cerrar de ojos. Tú no puedes entenderlo porque vives en el reino de la abundancia, donde las decisiones no tienen precio, pero en mi tierra la libertad se conquista con dinero en la cuenta. En algo tengo que darte la razón y es que siento por él una obsesión enfermiza. No supe frenarla una vez comprendí la apuesta. ¿Cómo no voy a volverme loco sabiendo que mi vida está en juego? El dinero purifica, no corrompe, la búsqueda del propósito verdadero. El dinero me recuerda las prioridades del niño, el precio refuerza mi compromiso. Renuncié un día a la nómina para concentrarme en tareas más lucrativas. La exploración lúdica es mi ventaja comparativa en un mundo de esclavos corporativos. El dinero, bien empleado, compra el escaso tiempo. Con dinero soy dueño de mi futuro, con dinero desobedezco órdenes del cacique, con dinero busco la oportunidad desconocida, con dinero persigo al gato en la madrugada de Sevilla. Todos somos raros pero solo el millonario puede expresarlo. El dinero es la magia de la transmutación: dejas de ser un pobre flipado para convertirte en un rico con carácter. Sin dinero la sociedad te pone a sitio, no hay lugar para las excentricidades. Con dinero no busco la felicidad en el gasto, con dinero no compro lo que no necesito. El dinero es una bala en la recámara. El dinero me da posición para hacer algo en esta vida. Con dinero decide la intuición, con dinero reescribo la profecía, con dinero silencio la voz discrepante, con dinero este navegante emprende la enésima travesía.
Esos eran mis valores y esas fueron mis palabras para ese ángel altivo. Y es por eso que trabajo, para dar un sentido a la existencia. Lancé la moneda y proseguí mi camino.
Pasta gansa y feliz año.
Joan Tubau — Kapital
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